miércoles, 29 de octubre de 2008

Palabra de dios, palabra de Mario Vargas Llosa

Ah, silencio, me pongo de rodillas y me concentro en las palabras del maestro. Mi maestro. ¿Cómo se puede pretender ser escritor sin conocer lo que don Mario cuenta aquí? Ya lo sé, parece increíble; sin embargo hay quien cree serlo sin haber oído nunca antes nada de todo esto.

¿Y el resto qué...?

Quemar después de leer, de los hermanos Coen

Definitivamente, no me gusta el humor de los hermanos Cohen. Aunque si he de ser sincero, no tengo excesivamente claro el por qué, sobretodo cuando se supone que me agrada el humor negro, tirando a negrísimo y los personajes y situaciones absurdas. Algo que abunda en la filmografía de los Coen en general y en Quemar después de leer en particular. Pero lo cierto es que no me termina de hacer gracia. Ya me pasó con El gran Lebowski, una chorrada sin pies ni cabeza (y, lo que es peor, sin ingenio ni gracia) y me ha vuelto a pasar con Quemar después de leer: lo que en teoría debería ser una divertidísima parodia de las películas de agentes secretos y servicios de inteligencia, a mí me parece una sucesión de gags mal resueltos y estirados hasta la exageración con la única excusa de hacerlos pasar por un largometraje. Aunque reconozco que en el cine hubo quien no dejo de reírse durante toda la proyección. Mis felicitaciones para ella.


El caso es que Burn after reading narra los acontecimientos que se desencadenan en las muy vulgares vidas de los muy anodinos Brad Pitt y Frances McDormand cuando el azar les lleva a cruzarse en el camino de los un poco menos anodinos, pero en el fondo no menos mediocres George Clooney y John Malkovich. Entonces dará inicio una disparatada trama de espías internacionales, chantajes e infidelidades que sólo existirá en la imaginación de los personajes. Unos personajes que parecen deambular por la pantalla completamente desorientados, perdidos en los vericuetos de unas intrigas que no acaban de comprender y de cuya resolución esperan, tal vez, que les aporte un sentido a sus propias vidas. Pero no es esta buena plaza donde ir a buscarlo: la película se regodea orgullosa en la falta de justificación de su argumento, dejando maliciosa e intencionadamente a sus personajes huérfanos de esa significación que tratan de encontrar a toda costa. Tanto que el absurdo de sus vidas es reflejado con todo el paroxismo, el esperpento y la mala leche de la que los hermanos son capaces, sin que haya lugar ni al más mínimo atisbo de redención o dignidad para ellos. Porque después de todo, la vida, al igual que la ficción, es un absurdo al que nosotros tratamos de dar un valor, sin conseguir otra cosa que hacer aun más el ridículo en el intento.


O eso me da a mí que podría venir a decirnos la película. Aunque no apostaría gran cosa a que a los hermanos Coen se les haya pasado esta explicación por la cabeza. La suya será, estoy convencido, infinitamente más profunda, más original y más reveladora. Lástima que nunca se molestarán en compartirla con vosotros. Así que tendréis que conformaros con la mía. Se siente.

En fin, cine para pasar el ratito sin demasiadas pretensiones.


¿Y el resto qué...?

martes, 28 de octubre de 2008

Omar Khayyam

Tú, corazón, no puedes vislumbrar el enigma,

ni enunciarlo como hacen, perspicaces, los sabios.

Construye un paraíso con el vino y la copa

que no sabes si al otro llegarás algún día


¿Y el resto qué...?

Agente 007 contra el cine de autor


Esta vez Bond había fracasado estrepitosamente. Algo se estaba cociendo, él lo sabía, ¿pero qué? No hubo robo de uranio, ni secuestro de embajadores, ni asesinato de agentes secretos. Nada, ninguna pista. Por si acaso durante la tarde se dejó ver por toda la ciudad: en el casino, en los bajos fondos, en el clásico de los equipos irreconciliables, en la biblioteca municipal -sección narrativa contemporánea- y hasta en la carnicería de la esquina. Pero nadie intentó matarle. Oscurecido, no le quedó más remedio que emplearse a fondo ordenando los armarios de casa, planchando los puños de las camisas, separando la ropa oscura de la clara, poniendo la lavadora, olvidándose echar suavizante, limpiando la grasa de los hornillos y sacando la basura, todo con la esperanza de que algo sucediese. Pero lo único que sucedió fue que un amago de bostezo asomó por su rostro. Y entonces, ¡Dios, cuánta maldad! lo comprendió: en la penumbra del patio de butacas, apenas iluminados por la luz pálida del proyector, yacían cientos de cuerpos sin vida. Los habían matado de aburrimiento.
¿Y el resto qué...?

domingo, 26 de octubre de 2008

I can´t speaking english, maldita sea!!!

Joe, ¿por qué tendrán que hablar los ingleses en inglés? Con lo bien que nos entendemos todos en castellano...
Pues nada, que aquí teneis al Moore hablando de algunas de sus obras. Eso sí, sólo apto para los angloentendientes. Los demás, seguiremos rechinando los dientes de la envidia.

Alan Moore habla de V de Vendetta



Alan Moore habla de Watchmen



Alan Moore habla de La liga de los caballeros extraordinarios



Y Alan Moore habla de Lost Girls



Algún día lo aprenderé, lo juro...
¿Y el resto qué...?

sábado, 25 de octubre de 2008

Pseudoreseña pseudopoética mínima, tirando a ínfima de Yo maté a Adolf Hitler, de Jason, con un enlace


Sí, yo lo maté y sin embargo eso no es lo que importa: lo único que cuenta es que vuelvo a tenerte a mi lado. Aunque las circunstancias nos hayan separado durante tanto tiempo, aunque hayan estado apunto de alejarnos definitivamente, lo cierto es que de una u otra forma hemos logrado pasar la vida juntos, hemos estado presentes en nuestros sueños, ilusiones y frustraciones. Ya vale por ésta vez; no más asesinatos, no más viajes en el tiempo; sólo tú y yo.

Magnífico, magnífico el último tebeo de Jason. Podéis informaros aquí.

Puntuación: 9
¿Y el resto qué...?

jueves, 23 de octubre de 2008

Las 10 mejores películas de la Historia del cine según Días de cine: Los viajes de Sullivan (Preston Sturges)

¿Y el resto qué...?

Californication: Sexo, amor y literatura.

Hay pocos placeres comparables al que produce el engancharse a una buena serie televisiva. Y más si gracias a la mula puedes prescindir de las molestas esperas, los horarios de emisión inconvenientes y ¡¡¡ los insoportables cortes publicitarios!!! Y si encima la calidad de la misma es tan alta como la de Californication, para qué queremos más, ya tenemos hecha la gracia completa. Así no es de extrañar que en un par de días me haya tragado del tirón los doce capítulos de la primera temporada.

Como su propio nombre sugiere, Californication se ubica entre los soleados paisajes de California; como su propio nombre quiere que tengamos bien clarito, en Californication se fornica abundantemente y de todas las formas imaginables. Hank Moody (David “Mulder” Duchovny) es un escritor de éxito al que han abandonado las musas. Para compensar y porque en algo tiene que emplear su tiempo, Hank se dedica a tirarse todo lo que se mueve. Pero no, seamos más precisos: Hank no se tira todo lo que se mueve; sólo se tira a bellezones que bien pudieran ganarse la vida como modelos. Porque que yo recuerde, de todas las mujeres –y son muchas- que pasan por entre sus brazos y sus piernas, no hay ni una que se pueda considerar ya no digo feúcha, sino ni siquiera normalilla. El caso es que Hank, que además se gasta una mala leche verbal que ríete tú del Dr. House, no actúa así porque sea un salido-obseso-adicto al sexo, como por lo visto sí que lo es Duchovny en la vida real. No, el actúa así porque tras romper con Karen (Natascha McElhone), la mujer a la que ha querido durante más de diez años y con la que tiene una hija en común, se le ha quedado el corazón más roto que a Falete. Porque en verdad de lo que habla Californication no es de sexo sino de amor: durante sus doce capítulos disfrutaremos de los desesperados intentos de Hank por recuperar el cariño de Karen. Y mientras tanto, irán desfilando lolitas chantajistas, secretarias complacientes y parejas aburridas en busca de nuevas sensaciones, además de toda la corte de amantes de Hank.


Pero si en en algún lugar reside el verdadero atractivo de la serie es, sin lugar a dudas, en la arrolladora personalidad de su protagonista principal, el borrachuzo y talentoso sinvergüenza al que da vida Duchovny perfectamente, un papel que le va como anillo al dedo y que le permite un mayor lucimiento que con el insensible y asexuado Mulder. Y eso sin olvidar la inteligencia y la calidad de sus diálogos y situaciones, con constantes referencias a la literatura y al hecho de escribir. Vamos, todos los elementos que se le pueden pedir a una buena serie: sexo, amor y literatura. Tal vez el único pero que le pueda poner es que según avanza la trama la personalidad de Hank se va diluyendo en la historia de amor y se vuelve menos ácida y menos ingeniosa. De todas formas, una serie altamente recomendable. Y a ver para cuándo la segunda temporada.



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lunes, 20 de octubre de 2008

Día extraño...


...el de este lunes, que sin ser todavía las seis de la tarde, ya he juntado más de cien visitas. Lo cual, dicho sea de paso, es muchísimo para mí. ¿A qué se deberá? ¿Qué hice bien ayer? Sigo meditando.
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domingo, 19 de octubre de 2008

Más La belleza de pensar: Srila Paramadvaiti swami

Pues sí, que el hecho de que mis creencias no me permitan tomar sus enseñanzas al pie de la letra no significa que no pueda disfrutar con la belleza de la propuesta de este monje veda. Toda una lección de sabiduría para estos tiempos economicistas tan cegados con la búsqueda del éxito a cualquier precio, en donde apenas queda espacio para un poco de sana espiritualidad (en mi caso, para el goce de la belleza, para las sutilezas de la reflexión, para los vuelos de la imaginación, para la sinceridad de la emoción...).



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sábado, 18 de octubre de 2008

La vida de los otros: oda a los hombres buenos

Después de tan largo periodo de tiempo con el vago bien subido, en el que apenas actualizo a base de videos, ya iba tocando una reseñita que llevaros a los ojos. Aunque no sé yo como va a salir la cosa con lo desentrenado que ando. Probemos.

La vida de los otros, de Florian Henckel-Donnersmarck, cuenta la particular relación entablada entre el oficial de la Stasi (el servicio secreto de la extinta República Democrática Alemana) Gerd Wiesler, el escritor con tendencias disidentes Georg Dreyman, al que Wiesler vigila y la actriz Christa-Maria Sieland, que mantiene una complicada historia de amor con Dreyman. Wiesler es un fiel producto de la maquinaria totalitaria del comunismo, un hombre gris y sistemático que cree firmemente en los principios y métodos del régimen, incluida la tortura, técnica que el mismo enseña a los jóvenes cachorros de la Stasi. Por su parte, Dreyman, cansado de la falta de libertad que se respira en el país, y expoleado por el “suicidio” involuntario de uno de sus amigos, comienza a plantearse la conveniencia de llevar acabo actividades disidentes. En tanto, la actriz Sieland se encuentra atrapada entre su amor por Dreyman y el acoso y la depredación sexual al que la somente el ministro de cultura. En este escenario opresor, que recuerda del algún modo al de las narraciones de Kafka, Wiesler será encomendado para vigilar a la pareja en busca de algo que delate las actividades subversivas de Dreyman. Sin embargo, lo que debería ser un trabajo rutinario, se convertirá pronto en toda una experiencia reveladora para Wiesler: en su labor de escucha, el oficial de la Stasi se irá empapando de las ideas del escritor, que le irán calando poco a poco y haciéndole plantearse sus propios principios. Sin contar, claro, la decisiva atracción que ejerce sobre él la cautivadora bellaza de Sieland. De esta manera, la película pone magistralmente de manifiesto el omnipresente poder del estado totalitario en la vida de los individuos dentro de esa monstruiosidad que fue y desgraciadamente sigue siendo el comunismo. Sin embargo, frente a esta intromisión absoluta, aun queda un pequeño resquicio para la rebelión individual, encarnada en la toma de conciencia de Weisler y en su heroico y silencioso apoyo a Dreyman. Henckel-Donnersmarck construye así, con sus imágenes cargadas de sobriedad y las ajustadísimas interpretaciones de los actores, una oda a los hombre buenos, un canto a aquellos que se la jugaron exponiéndose a perderlo todo en pos de la defensa de lo que es justo. Un film sincero y emotivo que deja huella.

En fin, me ha quedado algo deslavazada y no demasiado profunda, pero vale, para lo desfondado que estoy, puede servir.

¿Y el resto qué...?

Roberto Bolaño: Otro escritor de pura cepa

Ya que estoy con la lectura de Los detectives salvajes (cuya recomendación de Vargas Llosa podéis ver en el primer video), recupero la entrevista que le hizo Cristian Warnken a Roberto Bolaño en el imprescindible La belleza de pensar. Otra joya para los que gustan de la buena literatura.

Vargas Llosa nos recomienda un libro




La belleza de pensar: Roberto Bolaño


¿Y el resto qué...?

martes, 14 de octubre de 2008

Ay, qué duro es ligar



¿Seré machista si me hace gracia este video? Posiblemente sí, pero que le vamos a hacer, ya dije en otra ocasión que lo soy de forma incorregible. Llueve sobre mojado...
¿Y el resto qué...?

domingo, 12 de octubre de 2008

III Día del lector de La vida en viñetas


Hoy, con una jornada de retraso, celebramos nada menos que la tercera edición del Día del lector de La vida en viñetas, ese tradicional día de puertas abiertas en el que vosotros, amables lectores, aprovecháis, en vez de para dejar vuestras opiniones y sugerencias sobre este humilde lugar, para pasar de todo y cerrarme las puertas en las narices. De todas formas, no están echadas las llaves; si a alguien le apetece puede pasar sin llamar.


Feliz día.
¿Y el resto qué...?

viernes, 10 de octubre de 2008

Vicky, Cristina, Barcelona en Días de cine

Tenía pensado escribir mi propia reseña del último "flim" de Allen, pero vaya, si puedes encontrar quien lo haga por tí, no dejes pasar la oportunidad.

¿Y el resto qué...?

Watchmen en Cine365.com VideoMagazine

¿Y el resto qué...?

¿Quién es Jean Marie Gustave Le Clezio?

Pues ahora nada menos que el premio Nobel de literatura 2008. ¿Por qué será que por más que lea, nunca conozco a los nuevos galardonados? Tendré que leer más rápido.
Hala, enhorabuena para Jean Marie Gustave Le Clezio.

¿Y el resto qué...?

Sabiduría popular

"No es que haya sido muy selectivo; es que he sido muy poco seleccionado"

-Yo mismo en cualquier noche de desesperación-

¿Y el resto qué...?

jueves, 9 de octubre de 2008

Poeta talentoso


James poseía un don muy especial: era capaz de escribir un poema con su propio semen mientras se corría. Y si bien es cierto que no eran poemas geniales, sí que hay que reconocer, en honor a la verdad, que al menos revelaban cierto talento. ¿Y el resto qué...?

martes, 7 de octubre de 2008

El escritor (7ª entrega): Al fin...

... y digo yo, ¿era necesaria tanta espera para tan pobres resultados? Ah, eso tendréis que descubrirlo vosotros mismos. Hala, a leer.
VII

Tal vez para muchos lectores de estas notas no resulte nada fácil comprender lo que les voy a explicar ahora; seguramente tampoco lo sería para mí si fuera otro quien tratara de hacérmelo entender. Pero créanlo o no, con el tiempo la insatisfacción se fue adueñando de mi ánimo y la infelicidad acabó por instalarse en mi vida, como si se me hubiera ido filtrando, gota a gota y casi sin darme cuenta a través de la piel. Y eso a pesar de tenerlo todo a mi disposición, de no resistírseme nada y de bastarme con desear cualquier cosa para conseguirla al instante. Y cuando digo cualquier cosa me refiero realmente a cualquier cosa: durante aquel tiempo conocí el éxito en todos los órdenes de la vida; recibí el reconocimiento y la admiración de mis colegas, me codee con los personajes más destacados del momento, viví apasionados y torridos romances con las mujeres más hermosas e inteligentes de nuestra época; di la vuelta al mundo varias veces, comí en los mejores restaurantes del planeta y créanme que degusté cualquier manjar que puedan imaginar; gocé de cualquier perversión sexual que puedan soñar; viví cualquier experiencia que puedan anhelar. Y sin embargo cada vez me dominaba más la sensación de que en el fondo nada de todo aquello tenía que ver conmigo, de que mis logros me eran completamente ajenos y que seguiría cosechando el mismo éxito aunque empaquetara mis apuntes de la universidad y los entregara a la imprenta como si fuera mi última novela. Por supuesto, no me resistí a hacer la prueba.

A pesar de lo se han empeñado en defender los críticos de todo el planeta,
"Álgebra de color añil" no es “la más profunda, radical y lograda ruptura de los límites narrativos de la novela”. No es tampoco ese "experimento lingüístico definitivo que hace saltar por los aires el edificio narrativo que la tradición occidental se ha empeñado en construir durante los últimos dos milenios y medio, al tiempo que nos enseña, como si acabáramos de nacer de nuevo al hecho literario, que lo inefable puede ser puesto por escrito con absoluta claridad y abrumadora brillantez” que han querido ver otros. No, no es nada de eso: "Algrebra de color añil" es tan solo una amalgama azarosa y sin sentido de más de cien páginas dedicadas a la resolución de integrales, infinitesimales, senos, cosenos y arcotangentes deficientemente anotadas unidas a otras tantas páginas de explicaciones sobre verbos frasales, guerras entre persas y griegos y definiciones de las variables del marketing dadas por alguien que no se ha enterado de nada. Una verdadera desfachatez. Sin embargo fue unánimemente recibida como la novela más importante de la historia de la literatura. Ante esto, como comprenderán, no me restaba más alternativa que hundirme en el desespero y la frustración. Cosa que lógicamente hice.

¿Y el resto qué...?

sábado, 4 de octubre de 2008

A fondo: Julio Cortazar

Aunque ya me lo he tragado antes varias veces y me lo sé de memoria, no puedo dejar de embobarme con las palabras de este genio de la literatura. Todo un modelo de escritor y todo un modelo de persona al que quisiera parecerme algún día.


¿Y el resto qué...?